domingo, 19 de abril de 2009

Sonrisas en el rellano

Venga, que hoy me siento muy poético...

El chirrido del tendedor oxidado,
los pies calados en alpargatas,
el llanto de un perro suicida.
Lo oigo todo desde mi cuarto verde.
Sé cuándo os despertáis,
sé la hora de merendar,
y sé el crujido de huesos.
Oigo el escaso rato para el amor,
un coito desapasionado y breve,
un coito como una galleta maría:
aburrido, blando y mojado en leche.
Conozco el itinerario del pasillo,
el material barato del suelo,
el estucado beige,
y nunca los he visto.
Oigo a tus nietos botar un balón,
botan la pelota de baloncesto en mi cráneo,
corren en bicibleta, juegan a las canicas;
a las canicas y a las chapas,
aunque creo que ya no se juega a las chapas.
Me entero de todos sus juegos.
Desde mi cuarto verde
os maldigo mil veces
y os insulto.
Según el tácito código de los vecindarios,
vosotros deberíais saberlo:
dejémonos de sonrisas en el rellano.

Carmen Ruiz Fleta,
Cinco días en agosto.

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